El hombre sin rostro
En la familia de este hombre, había un
joven muy apuesto, su hijo, quien tenía aspiraciones de convertirse en
un famoso trapecista de algún circo o ser un gran actor.
Este joven, mientras esperaba que
llegara su oportunidad con algún circo o incluso como ayudante de
cualquier escenario, trabajaba en los embarcaderos locales, que
bordeaban los peores sectores de la ciudad.
Caminando a casa, una tarde, este joven fue atacado por cinco
delincuentes que querían robarle. En lugar de simplemente darles el
dinero que traía, el joven se resistió. Sin embargo, los cinco maleantes
lo sometieron con facilidad y procedieron a golpearlo salvajemente. Con
sus botas y manoplas de acero golpearon su rostro y todo su cuerpo,
dejándolo al borde de la muerte.
Cuando la policía lo encontró tirado en el camino, asumieron que ya
estaba muerto y llamaron a la camioneta de la morgue. En el trayecto
hacia la morgue uno de los policías lo escuchó aspirar roncamente
buscando aire y de inmediato lo trasladaron a la unidad de emergencia
del hospital.
Cuando fue colocado en una de las camillas, una de las enfermeras
mencionó con horror que este joven ya no tenía rostro. Sus ojos habían
sido golpeados terriblemente, su cráneo, sus piernas y sus brazos
estaban fracturados, su nariz estaba, literalmente, colgando de su cara,
todos sus dientes habían desaparecido y los huesos de su mandíbula
fueron separados de la estructura del cráneo.
Aunque salvó su vida, pasó un año en el hospital. Cuando finalmente
salió del hospital, su cuerpo, a pesar de que había curado, tenía un
rostro que producía rechazo ante los que se le cruzaban. Ya no era aquel
joven apuesto que todos habían admirado.
Cuando el joven empezó a buscar trabajo fue rechazado repetidamente en
todos lados, debido al aspecto repulsivo de su apariencia. Un posible
empleador le sugirió que se uniera al circo bajo el nombre de "El Hombre
sin Rostro". El tuvo que hacer esto por un tiempo. Aun así, seguía
siendo rechazado y casi nadie quería acercarse o acompañarle. Tuvo
pensamientos suicidas. La situación no cambió por cinco años.
Un día, este joven pasó frente a una iglesia y buscando algo de paz,
entró. Después de escuchar sus lamentos un sacerdote se le acerca.
Éste sacerdote sintió mucha lástima por él y lo llevó hasta la rectoría
donde hablaron por largo tiempo. El sacerdote se impresionó tanto con
este joven que le dijo que haría todo lo que estuviera a su alcance para
ayudar a restaurarle el rostro, su dignidad y su vida, siempre y cuando
el joven prometiera convertirse en un católico ejemplar y que confiara
que la piedad de Dios lo liberaría de ese tormento. El joven asistió,
desde entonces, cada día a los servicios religiosos donde le agradecía a
Dios por salvarle la vida y le pedía, tan sólo, que le diera paz mental
y la gracia para convertirse en el mejor hombre que él pudiera llegar a
ser a los ojos de Dios.
El sacerdote, a través de sus contactos personales, consiguió los
servicios del mejor cirujano plástico en Australia. No habría costo
alguno para el joven, debido a que el doctor era un gran amigo del
sacerdote. El doctor también se impresionó tanto por el joven, quien
miraba ahora a la vida con tanta alegría, esperanza y amor a pesar de la
horrible experiencia que había sufrido.
La cirugía fue todo un éxito. Se le hizo también el mejor trabajo de reconstrucción dental.
Este joven se convirtió en todo lo que le prometió a Dios que sería.
También fue bendecido abundantemente con una hermosa y maravillosa
esposa y muchos hijos. Además alcanzó un éxito impresionante en una
carrera en la que sin duda hubiese sido el último en encontrar éxito si
no hubiese sido por la Gracia de Dios y el amor de las personas que se
preocupaban por él.
Esta experiencia él la hizo pública. Este joven es MEL GIBSON y su vida
ha servido de inspiración para la película "El hombre sin rostro", que
él mismo produjo. Es una persona de admirar por nosotros como un hombre
temeroso de Dios y un ejemplo del verdadero valor de un hombre.
Esto nos enseña que Dios siempre está dispuesto a ayudarnos en las
pruebas y en las situaciones más difíciles. El siempre se encuentra allí
para fortalecernos en cada lugar, en cada persona que encontramos en
nuestro camino, por eso cada día hay que orar, ya que al final de cada
sendero espinoso encontraremos nuestra recompensa más grande, que será
el de reconocer la obra y el Rostro de Dios ...
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