La comunicación verbal pierde terreno a favor de la aplicación líder en
mensajería instantánea. Pero las caricias, los gestos o los abrazos no
pueden ser sustituidos por los emoticonos. ¿Qué temas se deben evitar tratar en el mundo virtual?
No conviene tratar por WhatsApp los temas de pareja
«Estoy
enfadada porque ayer no me contaste...»; «¿Por qué tardas tanto en
contestar?»; «Creo que tu actitud de ayer no fue correcta y que te
pusiste muy borde»; «Cariño, tenemos que hablar…». Seguro que a más de
uno le son conocidos este tipo de mensajes por WhatsApp. Y seguro que
muchos conocen lo que viene después: discusiones, malentendidos y una
conversación tan engorrosa que en la mayoría de las ocasiones perjudica
las relaciones, ya sean de pareja o de amistad. Entonces, ¿por qué lo hacemos?
«El WhatsApp es un medio más de comunicación que responde a la necesidad
que tiene el hombre de comunicarse», explica Fernando Azor, psicólogo
clínico. Esta popular app no es más que el resultado de una evolución en
el ámbito de la comunicación, al igual que en su día lo fueron los
telegramas, el teléfono, el email o los SMS. «Lo que pasa es que tiene
una parte ‘perversa’ porque no sabemos gestionar bien este tipo
decomunicación que tan aceptada está entre nosotros», afirma.
La aplicación de mensajería instantánea líder en el mercado cuenta con más de 400 millones de usuarios. Por tanto, una vez que hemos caído en sus redes, es responsabilidad nuestra saber utilizarla. Ahí juega un papel muy importante el autocontrol de cada uno. Tal y como señala Moisés Catalán Esteve, licenciado en Psicología, experto en Redes Sociales, terapeuta y coach, «tener WhatsApp es tener a todo tu círculo social en el bolsillo así que conviene saber cómo usar la herramienta y cuándo».
Las normas sociales no escritas en la red
Precisamente es ahí donde fallamos. Y por ello el nacimiento del
«phubbing», es decir, el hecho de estar pendiente del smartphone y dejar
de prestar atención a quien nos acompaña. Por eso, Catalán Esteve
insiste en la importancia de la «netiqueta», es decir, conocer y aplicar
las normas sociales para que la comunicación por la red sea correcta y
efectiva. «Por ejemplo, no está bien visto utilizar WhatsApp en una
reunión, en el colegio o si estamos con amigos y vamos a ignorarlos»,
explica elcoach. Por ello aconseja: «Nos tenemos que preguntar en esos
momentos si realmente es importante o urgente escribirnos o si
simplemente es comentar por comentar».
Está claro que Facebook, WhatsApp o cualquier otra red social no viene con manual de instrucciones. «Son medios de comunicación que tenemos que aprender a usar porque al final las redes sociales nos hacen reproducir lo que ya existe fuera del mundo virtual», puntualiza Azor. «El problema es que WhatsApp nos acerca a quien tenemos lejos y nos aleja de quien tenemos cerca», añade Catalán Esteve. «Por eso cuando quedamos, ya no tenemos nada de qué hablar. ¡Ya nos lo hemos dicho todo!»
«WhatsApp nos acerca a quien tenemos lejos y nos aleja de quien tenemos cerca»
Entonces, ¿dónde han quedado los abrazos y besos al felicitar a un
amigo por su cumpleaños, las caricias o las miradas cómplices de una
pareja o los tonos de voz que denotan enfado o cariño?
Ambos expertos coinciden en que nos es más fácil abordar ciertos temas
por WhatsApp, especialmente los emocionales o sentimentales. «Lo mejor
es que las emociones se queden a un margen», aconseja Catalán Esteve.
«Aunque normalmente nos vamos por el camino más fácil o cómodo, hay que
pararse a pensar en una cosa: si esa persona es importante para mi ¿se
merece discutir o decirle las cosas buenas solo por WhatsApp?». Lo
idóneo en cualquier tipo de relación es tratar los problemas cara a cara
y evitar discutir por WhatsApp.
La clave está en la educación
«Aunque por la aplicación se pueden tratar todo tipo de temas, no es el
mejor camino», continúa el psicólogo clínico. «Si quieres llegar a
conclusiones, analizar y tomar soluciones, el lenguaje telegráfico, es
algo escueto», explica Fernando Azor. Por muchos emoticonos que existan,
nunca igualarán a la comunicación verbal.
Por suerte, no todo está perdido. «Todas esas actitudes se pueden
corregir», señala Estevez, quien insiste en la necesidad de pasar
«tiempo de calidad» con quienes queremos y nutrir la relación. La clave,
por tanto, está en la educación. «Ni WhatsApp ni Facebook tienen la
culpa de que yo esté pendiente continuamente de ellos a pesar de estar
con mis amigos», señala Catalán Esteve. «Nadie nos ha enseñado cómo
debemos tratar a las personas en una red social o cómo queremos que nos
traten». Así, podrán evitarse actitudes tan obsesivas como estar
pendiente de la última conexión o por qué no contesta si tiene «doble
check».
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