El daño que hace la calumnia.
Una vez, un hombre calumnió a un amigo suyo, por la envidia que le
produjo el éxito que éste había alcanzado. Tiempo después se arrepintió
del mal que había causado y fue a ver a un sabio a quién le dijo:
- Quiero arreglar el mal que hice a mi amigo ¿cómo puedo hacer?
El sabio le dijo: Toma una bolsa de plumas y suéltala en la plaza.
El hombre lo hizo, volvió y le avisó al sabio que había terminado.
Entonces éste le dijo: ahora debes ir y juntar las plumas. El hombre no pudo juntar ninguna.
El sabio le dijo: así como no pudiste juntar las plumas, el mal que
hiciste voló de boca en boca, y el daño ya está hecho, no hay forma de
revertir lo que hiciste.
La calumnia destruye a la persona afectada, no sólo por las heridas que produce, sino por la dificultad de repararlas.
Hablar de los demás es una práctica común, incluso aunque no se tengan
argumentos. Emitimos juicios en contra de las personas, por comentarios
generados por personas rencorosas que se sienten aliviadas hablando mal
de los demás.
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