El parque de las trepadoras
El lugar predilecto de las familias del pueblo era el parque de las trepadoras, ahí la naturaleza se dejaba ver en su más bella expresión, todo estaba completamente cubierto de enredaderas, las cuales formaban una alfombra gruesa haciendo creer que ellas mismas habían construido cada elemento del paisaje. En sus inicios ese lugar fue el jardín de un viejo millonario que levantó una ostentosa edificación.Después de su muerte no hubo ningún familiar que reclamara la propiedad y esta fue aprovechada por los pobladores. La usaron como parque un par de años, hasta que unos fuereños llegaron a tomar medidas y picar el suelo. Ellos habían encontrado el diario personal del viejo en su casa principal y fueron motivados por una frase que decía “Encontré el lugar perfecto, para enterrar mi tesoro, mi más grande fortuna. Ahí edificaré su cuna”… daba detalles visuales del sitio, pero no geográficos.
Aun así, los caza fortunas llegaron al lugar correcto, en contra de los habitantes de la población, cortaron todas y cada una de las plantas trepadoras, descubriendo un hermoso inmueble de mármol, y lo que antes habían tratado como arbustos, eran en realidad estatuas de bellas mujeres.
Se disponían a quebrar un bello estanque de alabastro, pero el agua comenzó a brotar de él como en manantial, los trozos de enredaderas cercenadas, cobraron vida para aglutinarse alrededor de quien las había herido, al mismo tiempo, el agua que ya les cubría hasta las rodillas burbujeaba y de ella emergía una bella mujer muy parecida a las esculturas, las enredaderas nacían de ella, del centro de su ser, se movían a su ritmo, a su voluntad, ante la mirada apacible y casi angelical de la chica, los hombres iban siendo rodeados y triturados por las miles de plantas, que tintineaban junto al crujir de sus huesos…
Succionaba la sangre de sus cuerpos a través de las trepadoras, ahora rojizas y palpitantes. El acto duró unos segundos, las cascaras de los hombres cayeron al suelo, y se convirtieron en polvo que el viento esparció por todo el pueblo.
La ignorancia y avaricia de aquellos hombres, no les dejó ver lo que en realidad sucedía, pasaron por alto el final de la frase del anciano la cual decía: “Encontré el lugar perfecto, para enterrar mi tesoro, mi más grande fortuna. Ahí edificare su cuna, su descanso eterno”.
El viejo había construido aquel bello jardín como tumba para su hija fallecida, su única familia, su más grande tesoro… a la cual no le agradó en ningún momento, que perturbaran su santuario.
La gente del pueblo que ignoraba todo eso, la consideró más un ángel que un espectro y cuidaron de las trepadoras que eran una extensión de su cuerpo.
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