CLARISA Y SU DESEO PROHIBIDO
Hace mucho tiempo había un pueblo llamado “Findergard”, allí todos eran muy felices, sus habitantes eran duendes que trabajaban en lo que ellos deseaban y se transportaban a donde estaban los humanos.
Ellos trabajaban en una feria que decían la fortuna a todos los niños buenos, pero un día una niña
llamada Clarisa Endard pidió que su madre regresara
pero los duendes no podían hacer ese tipo de deseos ,solo podían
conceder lo que un niño normalmente desearía como por ejemplo: un oso de
peluche, una muñeca, caramelos y un poco de dinero. Pero el deseo que
Clarisa pidió era prohibido para un duende. Además, los duendes tenían
ordenes de obedecer, quien no obedeciera las reglas seria castigado con
un malvado dragón .
Había
un duende recién llegado, por lo tanto, éste no sabia de las reglas.
Entonces le saco una tarjeta y decía: Tus deseos son ordenes.
Clarisa estaba tan contenta de que tal vez su madre pudiera volver, ella partió y se fue con su tía Eliza y se fueron a su casa.
La feria cerró y el duende llego a su pueblo y le contó todo a su mejor amigo Fillis y él le dijo:
-¿Estas loco Martín? Ese tipo de deseos no estamos permitidos a hacer, recuerda que podemos ser castigados por Elías el dragón.
-Martín: ¿Ser castigados por hacer a una niña feliz? Pero eso es nuestro trabajo!
-Fillis: Lo sé pero reglas son reglas.
-Martín: Lo sé pero vi a esa niña tan triste y desesperada y con tanta ilusión en mi que me daría tristeza defraudarla!
-Fillis: Pero tú quédate tranquilo quisiste hacer el bien sin darte cuenta que estaba prohibido. Vamos a casa que esta helando.
-Martín: Tienes razón, me siento un poco mal.
Pasaron
los días y Martín seguía muy triste y desilusionado que él no podía
hacer nada para ayudar a Clarisa, estuvo pensando y pensando hasta que
poooooofffffff!!!
Se le ocurrió hacer posible el deseo tan lindo y bueno que Clarisa quería. Tomó un gran respiro y lo hizo posible, pero lo que él no sabia era que el dragón Elías tenia una alarma en el caso de que un duende “malo” desobedeciera. Pero realmente no era malo lo que Martín había hecho, él lo hizo sabiendo que podía ser castigado por haber desobedecido, pero su corazón se llenaba de buenas acciones, maneras e intenciones.
Se le ocurrió hacer posible el deseo tan lindo y bueno que Clarisa quería. Tomó un gran respiro y lo hizo posible, pero lo que él no sabia era que el dragón Elías tenia una alarma en el caso de que un duende “malo” desobedeciera. Pero realmente no era malo lo que Martín había hecho, él lo hizo sabiendo que podía ser castigado por haber desobedecido, pero su corazón se llenaba de buenas acciones, maneras e intenciones.
Fillis llego a la casa de Martín y le dijo ya te sientes mejor?
-Martín: Pues me siento feliz, ¿sabes por que?
-Fillis: No, ¿Por que te sientes tan feliz? Oh! un momento….. ¡no lo habrás hecho!
-Martín:¿Hacer que?
-Fillis: Tú sabes a lo que me refiero, lo del deseo de la niña que queria a su madre de regreso.
-Martín: Pues… no es tan malo o si?
-Fillis: ¿Si lo hiciste?
-Martín: Pues si
-Fillis: Pero ¿que has hecho? ¡Te castigaran!
-Martín:
No me interesa, yo solo quiero hacer lo correcto y hacer lo que me pide
mi trabajo, que es hacer los deseos de los niños buenos.
Y
el dragón se enfado pero comprendió que lo que el duende hizo por
Clarisa no era mala intención, solo lo hizo por ayudar a una niña con un
sueño o deseo, comprensible y nada egoísta.
Entonces
desde ese día se permitió conceder ese tipo de deseos a los niños
buenos y nada egoístas y el pueblo se sintió aliviado.
Clarisa, su
tía Eliza y su madre siempre estuvieron agradecidas a Martín por haber
concedido el que ellas estuvieran juntas por siempre y para siempre .
FIN
Cuento Infantil para niños, creado por: Valeria Torres.
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