La vida es una copa plena de felicidad, pero nunca se te da llena. Te dan un sorbito de vez en cuando, un sorbito que tienes que ir llenando gota a gota para sobrevivir.
No te la pases agitando tus desgracias, pronosticando tragedias imaginarias, asustado por posibles males que a lo mejor no llegan nunca.
Nacemos para luchar por la felicidad... casi para crearla, para hacerla a pesar de la tristeza, los desencantos, los errores, las malas jugadas y los irremediables imprevistos.
La felicidad no se anda buscando en bienes y placeres. Se actúa bien y ella sola se va presentando.
La felicidad no es estar añorando y extrañando todo lo que nos falta, sino encajar en todo lo que tenemos.
No vendas tu felicidad... ¡regálala !
No busques para ella fórmulas sencillas ni baratas... Cuesta trabajo, son caros los ingredientes:
Compartir lo que tienes.
Amar sin exigencias.
Perdonar sin cicatrices
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